Descubriendo el poder de la autoconciencia emocional

<<Inspirado en el libro Emotional Intelligence 2.0, de Travis Bradberry y Jean Greaves>> 

¡Hola! Soy Fer, y si estás leyendo esto, seguramente te importa acompañar a tu hijo o hija en una de las etapas más importantes de su vida: la construcción de su camino personal y profesional. Hoy quiero hablarte de un tema que me apasiona y que considero la base de todo desarrollo personal: la autoconciencia emocional

La juventud, especialmente entre los 18 y los 25 años, es una etapa de transición llena de decisiones trascendentales: elegir carrera, mudarse, independizarse, conseguir el primer trabajo… Y sí, muchas veces como papás queremos ayudar, pero no sabemos cómo. Aquí es donde entra en juego la inteligencia emocional

Y ojo, no se trata solo de “ser empático” o de “controlar el enojo”. La inteligencia emocional va mucho más allá: es la habilidad de conectar lo que sentimos con lo que pensamos y cómo actuamos. Es esa conversación interna que ocurre (muchas veces sin darnos cuenta) entre el corazón y la razón. 

¿Sabías que nuestro cerebro está diseñado para sentir antes de pensar? Así es. Todas las experiencias pasan primero por la zona emocional (el sistema límbico) antes de llegar a la parte racional. Por eso, muchas veces reaccionamos emocionalmente antes de tener claridad mental. Entonces, aprender a identificar y entender lo que sentimos es clave para tomar mejores decisiones

La IE, según Bradberry y Greaves, se compone de cuatro habilidades: 

  1. Conciencia de uno mismo (de eso hablamos hoy) 
  1. Manejo de uno mismo (vendrá en el próximo artículo) 
  1. Conciencia de los demás 
  1. Manejo de relaciones 

¿Qué es la autoconciencia emocional? 

Es la capacidad de reconocer qué sientes, por qué lo sientes y cómo eso impacta tu comportamiento y tu entorno. Y, aunque suene sencillo, no lo es. Requiere mucha honestidad interna, práctica y cero juicios. 

Pasar de etiquetar las emociones como “buenas o malas” a entender que todas las emociones tienen una función es un paso gigantesco. Por ejemplo: 

  • Sentir nervios ante una elección de carrera no es negativo: ¡significa que es algo importante para ti! 
  • Sentir tristeza por una oportunidad perdida indica que valorabas esa opción. 

Cuando un joven se conoce emocionalmente, gana claridad, seguridad y resiliencia. ¿Y qué padre o madre no quiere eso para su hijo? 

Ejercicios para cultivar la autoconciencia: 

Aquí te dejo algunas prácticas súper útiles que pueden aplicar tanto tus hijos como tú (¡porque nunca es tarde para conocernos mejor!). 

  • Dejar de etiquetar las emociones: en lugar de decir “esto es malo”, preguntarnos: ¿qué me quiere decir esta emoción? 
  • Observar el efecto dominó: ¿cómo afecta mi estado emocional mis conversaciones o reacciones con los demás? 
  • Analizar el malestar: evitar una emoción no la hace desaparecer. Comprenderla, sí. 
  • Sentir físicamente las emociones: notar cómo se manifiestan en el cuerpo (respiración, tensión, palpitaciones) puede ayudarnos a reconocerlas a tiempo. 
  • Identificar detonantes: ¿qué tipo de personas, ambientes o situaciones nos hacen reaccionar más intensamente? 

Consejo práctico 

Invita a tu hijo a tomarse cinco minutos cada noche para escribir tres emociones que haya sentido durante el día, junto con lo que las provocó. Esta práctica sencilla y poderosa puede ayudarle a identificar patrones emocionales, ganar perspectiva y fortalecer su autoconocimiento. 

Preguntas para reflexionar: 

  • ¿Qué emociones aparecen con más frecuencia en mi día a día? 
  • ¿Qué situaciones las detonan? 
  • ¿Estoy reaccionando desde lo que siento, o desde lo que pienso? 
  • ¿Qué aprendí de mí hoy? 

La autoconciencia no se trata de controlarse, sino de conocerse. Y cuando uno se conoce, toma decisiones más alineadas con sus valores, sus metas y su bienestar. 

Gracias por estar aquí. Nos vemos en el próximo artículo. 

¡Cuídate! Fer.